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sábado, 28 de noviembre de 2009

Continuismo o discontinuismo del uno

La unidad se presenta en el fenómeno. El percipiens percibe un árbol, un auto, un patio. Luego, puede percibir varios, sin uno no hay múltimple.

la unidad no es una magnitud determinada, sino que una cantidad se puede medir con un patrón de medida donde se establezca una unidad, la cual no está en la cantidad misma, pues el uno implica la discontinuidad.

Kant: «Así como las intuiciones se basan en afecciones, los conceptos lo hacen en funciones. Función es la unidad de acción de ordenar diversas representaciones bajo una común (...). Todos los juicios son funciones de unidad entre nuestras representaciones»

Así, la unidad es también la base del entendimiento.

La conservación no e escencialmente inherente a la unidad. Así como la sustancia reune ambas como unidad permanente, la conservación puede antes aplicarse por ejemplo a la cantidad, sin necesidad de una unificación.

La clasificación, en cambio, no puede concebirse sin unidad. Toda clase subsume una multiplicidad a una unidad cualquiera. Pero a la unidad, la clasificación jerárquica le agrega la noción de serie, que permite subsumir una clase en otra sucesivamente.

No hay objeto sin introducción de la negación, per tampoco sin unidad (como categoría).

(i) El objeto como unidad sintética de la negatividad. Esto supone un orden donde: primero se da la ausencia para ser luego unificada. La unidad proviene de otro lado, pero no puede ser de un objeto aparente (fenómeno), como si se obtuviera de lo real (en tanto fundamento) para trasladarlo al no-ser, pues el fenómeno no es objeto en sí (cosa que comprende una máquina). ¿Provendrá del ego? Pero el ego es unificación, no unidad priomordial.

La objetividad vale para el fenómeno como para lo que no se presenta en el fenómeno. Desprovista de permanencia, tenemos la mera unidad. Pero ¿debemos concebir la permanencia como resultado de la subsistencia de un objeto aparente en su ausencia? Esto equivaldría a un orden como éste: apariencia indeterminada; síntesis de la apariencia; subsistencia de la síntesis en la ausencia de la apariencia. En esta concepción la nada es engendro de la síntesis o, dicho de otra manera, secundaria respecto del fenómeno y de la unidad. Pero contra este esquematismo puede aducirse que la función simbólica es a priori, por lo que no se obtenría de la apariencia (la experiencia).

Se podría oponer este otr oorden: indeterminación absoluta (sin la determinación de aparente); determinación polarizante. Acá, por ejemplo, la unidad comienza siendo más de una: unidad del ego y del universo, etc.

La psicología de Piaget parte del supuesto de una presencia dada que no precisa de fundamento, por lo que sólo se preocupa por argumentar un posible surgimiento de la función simbólica y de la unida dsintética.

Freud, en cambio, antepone el problema de la diferencia recuerdo/percepción no dándola ni como a priori, ni cómo en el fenómeno. Ambas son, primero, representaciones, y su diferenia se agrega a la otra entre el mundo externo y el ich.

Tenemos, pues, tres términos: lo único, lo aparente y lo representado.

Entonces, Piaget considera que el niño debe ir construyendo las nociones y categorías de su pensamiento; pero toma como dado lo aparente y sólo procura fundar (y según un dogmático estilo «continuista») lo representado. En cuanto a la unicidad, ya en el períiodo sensorio-motor encuentra "cuadros" móviles que anticipan los objetos. Pareciera que la unidad le fuera de algún modo inherente en sí misma. Por lo demás, la función simbólica también es explicada según una continuidad de lo dado (ya sea fenoménica o biológica).

Al contrario, tanto la lo único como lo representado se conciben reunidos en el concepto de la falta de un objeto (nihil privativum); falta sólo con la cual lo aparente es determinado (determinatio est negatio).

Ahora bien, Piaget indica un aspecto esencial de la consevación:

«La conservación del objeto es, principalmente, función de su localización» (p.26)

Pero, así como su recuperación es condición de su permanencia, su pérdida, condición a su vez de aquélla, es la que le otorga su estatuto inicial.

Puede concebirse, por ejemplo, una unidad dada M cuya sustracción la hará luego abstracta repecto de su apariencia. Al contrario, también se concibe que la experiencia de la falta se indica con M, objetalizándola. El objeto representa la carencia para el que identifica su lugar.

La unidad puede entonces provenir de la mismidad, concretamente, identidad de percepción que es el reencuentro, que es lo mismo que decir en el mismo lugar (así en el estadío IV del primer período el niño no busca el objeto en B donde lo vió desaparecer, sino en A donde ya lo había encontrado antes).

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